miércoles, 1 de junio de 2011

A fronte praecipitium a tergo lupi.

No existes por ningún motivo especial, pero existes por alguna razón.

Esos días en los que te levantas pensando en volverte a acostar, cerrar los ojos y dejar que pase el día... Sin afrontarlo, sin prestarle atención. Pero no puedes, algo llamado "obligación" te hace levantarte, con mala cara, y salir a la calle, a dejar que te coma el mundo. Llegas a ese lugar con un "Buenos días", por educación más que nada, ya que las palabras casi ni te salen. Sigue el día, avanza lentamente, tu permaneces inmovil en el mismo sitio que ocupaste cuando llegaste. Pasa la gente, te habla, tu conestas sin saber el que, solo por sentido común.
La jornada diaria termina. Te levantas, recoges las cosas, y empiezas a caminar de camino a lo que te va a llevar a casa, pero no, no es puntual. Esperas. Llega, te subes, buscas sitio. Buscas los cascos musicales, los conectas al movil y, PORFIN!! el momento más feliz del día. Esa media hora en la que eres la persona que quieres ser. Eliges la canción del momento, de TU momento y escuchas, solo escuchas.
Cuando menos lo esperas ya llegas al destino previsto. Previsto y triste. Te limitas a bajar, con la mirada perdida. Cruzas la calle, sintonizandote con los semaforos, para prevenir una desgracia, más que nada. Entras en esas cuatro paredes que recubren tu vida y te sientas a la mesa. Después todo es pura monotonía. Comes, te sientas, hablas, televisión, cena, cama.
Eso 7 días a la semana. Como unos 9 meses al año.

Por suerte no siempre es así. Suele aparecer alguna que otra sonrisa. Algún que otro momento, y algún que otro viajecito. Pero por muy poco que ocupe y por poco tiempo que transcurra, son los motivos por los que levanta la cabeza de debajo de la almohada y sigues la rutina.



K.

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